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Amigos, simplemente amigos.

  • myownstylenow
  • 24 abr 2016
  • 4 Min. de lectura

No hay que ser muy inteligente pa cachar los gustos musicales de mi papá, pero cuando tenía como 12 años y estábamos celebrando el día de la mamá en la casa de mi abuelita, pasó una weá muy cuática y tuve una revelación, algo que me marcó hasta el día de hoy y que, cada vez que pueda, utilizaré para molestarlo.

Mi viejo, a quién llamo "Don Papi" (en una referencia muy weona y fome a los Padrinos Mágicos), es un hombre musicalmente muy clásico, tiene en el computador de mi hermana, una carpeta que está llena de música que él llama "Anglo", él fue el que me enseñó los beneficios de la música clásica y que, en una radio muy trucada de una auto más viejo que la chucha que tuvimos, al que solíamos llamar "La Lancha", nos hacía el gusto a mi brodah y a mi de ponernos el casette de Chayanne con sus grandes éxitos, cada vez que viajábamos. Gracias a él no es sorpresa que en los karaokes, mi mejor presentación sea "Torero", "Noche de Vals" o "Dejaría Todo", tampoco es sorpresa que en mis listas de reproducción de Llutub haya alguna que otra canción ochentera para subir los ánimos. Aquella vez, en mi bella juventud de 12 años, yo estaba más amurrada que la chucha, echa' en el sillón de mi abuelita porque la señora no tenía ni tele en su casa y llevaba toda una tarde escuchando música de mierda en la radio de mierda que tenía una estática de mierda que se esparcía en toda la casa de mierda y que tenía a todos mis familiares de mierda más contentos que la mierda. En resumen, esa tarde mi vida fue una mierda. Y como en aquella casa de mierda eran todos buenos pal copete barato al que mi papá no estaba muy acostumbrado, porque desde que se casó con mi mamá el hombre empezó a "conocer la buena vida", a Don Papi le entró tempranito el agua al bote y la hija mayor era la que se tenía que mamar toda verborrea de curao que empezó a vomitar mi viejo. Me paré del sillón pa respirar un poco del aire fétido y hediondo a Báltica que había en el lugar cuando escucho a la Ana Gabriel sonar entre toda la estática de la radio y con una entonación y emoción salidas del alma de Don Papi, empieza a cantar. -Cuanto daría por gritarles nuestro amor, decirles que al cerrar la puerta nos amamos sin control... -¿Qué onda? - en aquellos tiempo mi boca era un templo del que solo salían palabras bellas y oraciones en el mes de María. -Que despertamos abrazados, con ganas de seguir amándonos... -Pa...pá? - mi cara de impaktrueno es algo nítido en mis memorias. -Hija, ¿Tu sabes que te quiero? -Puta papá, no te pongai cargante... -Hija, tu eres mi hija mayor... -Si sé, si sé... ¿Papá, estai llorando? -Si pareciera que fue ayer que te cagaste en la mano de tu tío...

Don Papi se puso a llorar a moco tendido y fue en ese momento en que le perdí todo el respeto que le llegué a tener alguna vez... Pero es que... ¡Qué chucha ponerse a llorar con Ana Gabriel po weón! Terrible' penca...

Lo impaktante de todo fue descubrir que a mi padre, un hombre correcto y que me influenció musicalmente desde la guata de mi mami, sacándome del camino de las rancheras y los corridos por el que me quería llevar mi tía, estaba coreando las canciones de una mexicana que tenía ese mismo tipo de música en su repertorio y aquellas canciones cebollas que yo empezaba a aborrecer. Porque daba la casualidad de que yo estaba pasando por mi etapa darks y escuchaba música a gritos y cosas que hasta el día de hoy, me preguntó como tuve el coraje de escuchar y aun así, seguir rezando pal mes de María.


Ocho años después, Don Papi, un hombre afectado por la pérdida repentina de su mamá y una caída financiera como las hueas, está haciendo lo que menos quería hacer en su vida y que es ser un empleado asalariado como el 90% de Chile. Su trabajo, por lo menos en el área que le gusta y en el que sabe desempeñarse, pero a Don Papi, desde que estos dos hitos ocurrieron, junto con la partida de su primogénita pa la universida', le comenzaron a caer los años encima.


Este verano, fue el festival de Talca y la invitada estelar era Ana Gabriel. En ocho años, a mi se me han olvidado caleta de cosas y el peculiar gusto musical de mi viejo, no era la excepción. No me acuerdo bien ni lo que hice ayer, y me voy a acordar de detalles de hace ocho años. El tema es que como durante las vacaciones no hay niuna weá buena que ver en la tele, mi hermana y yo pusimos inocentemente aquel canal que sintonizaba el festival, justo el día que la mexicana cantaba sus mejores éxitos en la séptima región. De pronto suena en la tele: "Cuanto daría por gritarles nuestro amor..." y juro que a Don Papi se le borraron las patas de gallo y volvió a ser el joven de treinta y tantos de hace algunos años. Cantó y coreó algunas canciones. -¿Pero cómo no me va a gustar esta mujer? Mira que canta bonito. -Que pena tu vida, papá. -Déjame caca (apodo que me gané hace algunos años por una torpeza colosal), yo no te digo nada cuando tu gritai por tus chinos - veijo culiao, sabe como cagarme... Pero como yo le hago gran honor a los apodos que me ha puesto Don Papi en mis veinte años de vida, en el momento cúlmine, cuando tenía que salir todo perfect, se me ocurre pararme y casi me saco la chucha. -Erí una plasta de caca, hija. -Gracias.

Le eché a perder el buen momento a mi papá y le di otra razón para sacarme en cara mi torpeza y mi mala suerte que me caracteriza; pero yo me encargué, unos días después, de que todos los cercanos que no sabían del "guilty pleasure" de mi padre se enteraran y se rieran de él. Así de buena es la relación con mi viejo, "tu me haces algo y yo te la devuelvo". La que le espera el día que cuente mi secreto más trígido, porque ahí se las va a ver con su querida primogénita.


 
 
 

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