Mi Primer No-Beso
- myownstylenow
- 24 abr 2016
- 4 Min. de lectura

El Enrique era un amigo hiperquinético que fue compañero mío desde kinder hasta cuarto básico y fue el mardito bastardo que trató de robarme mi primer beso.
Cuando era menor (chica no, porque sigo siendo un hobbit) yo era super popularsh entre los hombres, pero no era por mi belleza extrema, mis delicados encantos o mis incalculables talentos... no... era porque yo era uno más. Esperaba los recreos para salir a jugar a las pistolas con los cabros, a los Power Rangers donde yo siempre terminaba siendo el Power Ranger Rojo... así de pulenta o para hablar del animé de moda que veíamos en Invasión (caída épica de carnet) el animé más solicitado era Hunter X. Aparte de eso, yo era la típica cabra chica que iba ordenada al colegio y volvía igual porque sabía como arreglar el desastre del recreo; era la compañera nerd que tenía los cuadernos cuáticamente ordenados y las mamás siempre me los pedían para copiar las materias que yo, tan pulcramente, copiaba en las hojas y que me servían para estudiar en las pruebas donde me iba maravillosamente bien. Me llevaba bien con las niñas porque jugábamos a "la panty" o nos dedicábamos a ver revistas con juguetes demasiado hermosos y revistas de moda. En conclusión, yo trataba de llevarme bien con todos y gracias a eso me invitaban a todos los cumpleaños habidos y por haber.
Cuando a mis papás y a mi nos entró el bichito del cambio de colegio yo empecé a cambiar. Me volví "retraída" porque ya no salía a jugar a la pelota con los cabros y estaba cortando de a poco las relaciones con toda la gente de ahí... como para no "sufrir". Pero había un sujeto, este Enrique, que se aferraba a mi como un caracol a llave de agua de cementerio. No había como alejarlo y como yo tengo una carácter de mierda a veces, me puse pesada con él y le empecé a decir en su cara que ya no quería ser más su amiga. Yo, con 10 años, ya mostraba mis primeros atisbos de crueldad. Pero por más cruel que fuera, el Enrique seguía igual, hasta que un día que tuvimos un desayuno bien pulento en el colegio (con bebida, papas fritas, ramitas y torta... que compartir más high class) al maldito del Enrique se le ocurrió llevarme pa una apartado de la sala y trató de chantarme un beso en la boca. Yo, más emputecida que la chucha, logré esquivarlo (porque en aquellos tiempos aun era ágil, habilidad que perdí con el tiempo) y antes de que el chicoco se diera cuenta, fui y le chanté el medio charchazo en el cachete, tan fuerte que el pobre quedó con la cara dada vuelta. Hasta el día de hoy me pregunto de donde habré sacado ese impulso divino pa pegarle al que se hacía llamar "mi amigo". Traidor de mierda. El Enrique se fue llorando de ahí y yo me fui enojada a mi casa, le conté todo el embrollo a mi mamá (así de madura con 9-10 años) y, al parecer, el cabro también le había contado a su mamá porque al otro día la señora nos pidió disculpas a mis papás y a mi.
Pasados 10 años de aquel día, aun no doy "mi primer beso" y me alegro de no haberlo hecho aun... siento que no estoy preparada psicológicamente para algo así y que reaccionaría de la misma forma que hace una década atrás.
El tema es que, para la Navidad del 2014 yo no me acordaba de la mayoría de mis ex-compañeros del primer colegio en el que estuve. Mis papás siempre me decían "¿Te acuerdas del Rorro?" y yo con cara de "Quién es esa bitch..." o "¿Te acuerdas del Alfleto o del Chiquitín Cacú?" Y yo volvía a mi cara de "Khién?" Y del Enrique tampoco me acordaba, hasta que lo vi trabajando de algo así como empaque en el Casa Ideas de Chillán... y puta que me alegré de no haberle concedido my first kiss a él porque estaba feo, lleno de acné y con el flaitismo a flor de piel. En cambio yo, ya había salido de mi etapa rebelde hacía un tiempo y estaba (y sigo estando) en mi etapa fangirl donde lo único que me interesan son lo asiáticos sin polera. Ya no tenía tanto acné y al fin estaba aprendiendo a vestirme decentemente y no con lo primero que encontrara.
El Enrique me reconoció y a mi me costó acordarme de él, lo saludé por cortesía y fingí alegría por el "reencuentro", no fue hasta que dejé el local, llegué a mi casa y fui al baño que me acordé de quién era el sujeto. - Conchetumadre que está feo el degenerao este... - Pensé
- Mamá, no sabí con quién me encontré - Dije... en realidad grité desde el baño a la cocina. - Con quién? - Con el Enrique, mi ex compañero. - ¿El que te trató de dar un beso y le pegaste? - Ese mesmeto. - ¿Y cómo está? - Feo, alto y con acné. - Ah...
Y hasta ahí quedó el tema del Enrique y se me volvió a olvidar por todo este tiempo, hasta el día de hoy. Yo iba en metro a hacer una entrega de mi tienda y de pronto veo a un weón alto, flaite y con acné... "Ooo... ¿Qué será del Enrique?" "¿Habrá logrado besar a alguna otra chiquilla en su vida?" "¿Le seguirá doliendo el palmetazo que le dio vuelta el hocico?"... No sé, no me interesa tampoco y probablemente se me vuelva a olvidar hasta que vea a otro weón feo, alto, flaite y con acné. A un weón igual al Enrique.
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